Lázaro,
el enorme negro de la puerta, le saluda: feliz año, detective.
El
local está tranquilo. No ha hecho fiesta de Nochevieja. El camarero fuma detrás
de la barra y las chicas se sientan en los sillones y beben botellines de agua.
Casimiro
Balcells camina hacia el fondo de la barra. Se sienta en un taburete y pide un
café.
Saca
una libreta y un bolígrafo. Escribe lentamente sus primeras… hipótesis.
Llega
el café.
También
los clientes, poco a poco, van llegando. Algunos ven al detective, se dan media
vuelta y se van.
Pasa
media hora y entra el comisario Mendoza. Le dice: sabía que te encontraría
aquí. Se pide un vaso de whisky. Luego vuelve a hablar: ¿qué te parece?
Casimiro Balcells sigue escribiendo. Todavía no contesta.
Casimiro Balcells sigue escribiendo. Todavía no contesta.
Llega
el whisky.
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