viernes, 11 de enero de 2013

4.- La escena del crimen


Casimiro Balcells se levanta. Mira a su alrededor.

Arma homicida: un hacha. Aparece también al lado del cadáver.

Hay un rastro de gotas de sangre que va desde el coche (Seat Ibiza: aparcado en plaza 244) hasta el cuerpo.

Se acerca al vehículo.

El coche está abierto. El motor está todavía caliente.

El detective abre la puerta y mete dentro medio cuerpo.

Las llaves están puestas.

En el asiento del conductor hay restos de orina. El volante tiene salpicaduras de sangre. En el asiento de atrás hay un abrigo de invierno, un bolso y una botella de whisky.

Coge el bolso. Lo abre. Echa un vistazo.

En el bolso hay un paquete de kleenex, tres támpax, un paquete de Fortuna, un zippo, un pintalabios, un espejo, un rímel, un lápiz de ojos, un ericsson, un best-seller, una agenda de 2012, llaves del portal y llaves de casa, un monedero.


En el monedero hay ochenta euros, una Visa, el carné de identidad, el carné de conducir, fotografías, un abono transportes, papelitos, otras tarjetas (de la biblioteca, de DIA, del Corte Inglés)… 

Casimiro Balcells dice: ni le han robado ni la han violado. Cojonudo.


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