martes, 22 de enero de 2013

7.- El comportamiento psicópata


Me parece que, una vez más, estamos jodidos, comisario.

¿Por qué?

(Casimiro Balcells se pide otro café). No la han violado. No le han robado. Sin embargo la han decapitado y le han cortado los dedos de las manos y dos dedos del pie. (Echa un vistazo a las anotaciones de su libreta). Usted sabe tan bien como yo, comisario, que ése es el típico comportamiento de un psicópata. (Echa azúcar en el café) Y que los psicópatas eligen sus víctimas al azar. (Mueve el azúcar con una cucharilla) O aparentemente al azar. Harán falta más cadáveres para encontrar un patrón.

No quiero más cadáveres. Quiero encontrar a ese hijo de puta antes de que la vuelva a liar.

Ya. Y yo quiero tener veinte años menos, no te jode.

jueves, 17 de enero de 2013

6.- El club


Lázaro, el enorme negro de la puerta, le saluda: feliz año, detective.

El local está tranquilo. No ha hecho fiesta de Nochevieja. El camarero fuma detrás de la barra y las chicas se sientan en los sillones y beben botellines de agua.

Casimiro Balcells camina hacia el fondo de la barra. Se sienta en un taburete y pide un café.

Saca una libreta y un bolígrafo. Escribe lentamente sus primeras… hipótesis.

Llega el café.

También los clientes, poco a poco, van llegando. Algunos ven al detective, se dan media vuelta y se van.

Pasa media hora y entra el comisario Mendoza. Le dice: sabía que te encontraría aquí. Se pide un vaso de whisky. Luego vuelve a hablar: ¿qué te parece? 

Casimiro Balcells sigue escribiendo. Todavía no contesta.

Llega el whisky.

martes, 15 de enero de 2013

5.- Las salidas


Casimiro Balcells pregunta: ¿cuántas salidas tiene el garaje? Un agente de policía le responde que ese tipo de garajes comunitarios tiene dos salidas: la misma por la que entran los coches y una puerta que comunica con las escaleras de uno de los edificios. Casimiro Balcells medita un segundo. Dice: ¿hace falta llave? El agente de policía responde: son puertas antipánico: para entrar hace falta una llave, para salir, no.

Casimiro Balcells se dirige hacia esa segunda puerta de salida. Está al lado de los lavabos del garaje. Da a unas escaleras. Hay que subir. En el primer rellano hay una puerta que comunica con el jardín. Sigue subiendo. En el segundo rellano hay una puerta que da, efectivamente, a las escaleras de uno de los edificios de la comunidad. Justo al lado de los buzones. A cinco pasos está la puerta de la calle. Sólo hace falta abrirla y escapar.

Vale.

Casimiro Balcells da media vuelta y regresa a la escena del crimen. No molesta más a los agentes judiciales. Los deja trabajar. Todavía estarán varias horas buscando prueblas.

Sale del garaje. Atraviesa el jardín y llega a la calle. Necesita un café. El único local que está abierto a esas horas es el club Cómic.

viernes, 11 de enero de 2013

4.- La escena del crimen


Casimiro Balcells se levanta. Mira a su alrededor.

Arma homicida: un hacha. Aparece también al lado del cadáver.

Hay un rastro de gotas de sangre que va desde el coche (Seat Ibiza: aparcado en plaza 244) hasta el cuerpo.

Se acerca al vehículo.

El coche está abierto. El motor está todavía caliente.

El detective abre la puerta y mete dentro medio cuerpo.

Las llaves están puestas.

En el asiento del conductor hay restos de orina. El volante tiene salpicaduras de sangre. En el asiento de atrás hay un abrigo de invierno, un bolso y una botella de whisky.

Coge el bolso. Lo abre. Echa un vistazo.

En el bolso hay un paquete de kleenex, tres támpax, un paquete de Fortuna, un zippo, un pintalabios, un espejo, un rímel, un lápiz de ojos, un ericsson, un best-seller, una agenda de 2012, llaves del portal y llaves de casa, un monedero.


En el monedero hay ochenta euros, una Visa, el carné de identidad, el carné de conducir, fotografías, un abono transportes, papelitos, otras tarjetas (de la biblioteca, de DIA, del Corte Inglés)… 

Casimiro Balcells dice: ni le han robado ni la han violado. Cojonudo.


jueves, 10 de enero de 2013

3.- La víctima


Mujer. De unos veintidós años.

Casimiro Balcells se acuclilla y examina el cadáver.

Lleva toda la ropa encima. Ninguna prenda está rota. Ni forzada.

Ha sido decapitada. La cabeza se encuentra a unos treinta centímetros del resto del cuerpo. Presenta, también, una profunda herida en la frente. Los dedos de las manos están cortados, así como dos dedos del pie derecho. El zapato y el calcetín están al lado del cuerpo.

lunes, 7 de enero de 2013

2.- El detective


El detective Casimiro Balcells llega al lugar del crimen. Ha venido andando desde su casa. Él también vive en Carabanchel.

La calle está llena de coches de policía. Los agentes intentan mantener alejados a los vecinos.

El detective Casimiro Balcells entra en el jardín. Se acerca a un par de agentes. Pregunta: ¿quién ha encontrado el cuerpo? Le señalan a un tipo joven. Está sentado en un rincón, a los pies de una farola. Alguien le ha echado una manta sobre los hombros. Tiene los zapatos manchados de vómitos. Casimiro Balcells se acerca a él.

Se presenta. Le pregunta cómo se llama. El joven está temblando y tiene la mirada vacía. Así no se puede hablar con nadie. Que le lleven a comisaría. El primer sospechoso es la persona que encuentra el cadáver.

Casimiro Balcells entra en el garaje. Baja a la segunda planta. Los agentes judiciales han acordonado la escena del crimen y están haciendo las primeras fotografías y las primeras filmaciones. 

El detective observa la escena con detenimiento.



sábado, 5 de enero de 2013

1.- El garaje


Arturo Román. 25 años. Estudiante de Historia del Arte. Se come la última uva y le da un beso a su madre. Dice eso de feliz año, bla, bla, bla, y brindan con champán. Poco. Tiene que conducir. Se pone la gabardina y revisa los bolsillos. Cartera. Móvil. Tabaco. Mechero. Dinero. Llaves de casa. Llaves del coche. Mando del garaje. Dice: adiós, madre. Y ella: diviértete.

Se ajusta la corbata en el espejo del ascensor. Sale a la calle. El nuevo año ha traído una espesa niebla. Arturo Román se sube las solapas de la gabardina. Saca la llave de la verja del jardín. Chirría.

El jardín está vacío. Las farolas fosforecen entre la niebla. Arturo Román pulsa el mando del garaje. La puerta metálica se abre lentamente.

Garaje apagado. Enciende la luz. Camina hacia la segunda planta. Oye el eco de sus zapatos y el chisporroteo de la electricidad. No llega ni a sacar las llaves del coche. Hay, en el suelo, una mujer decapitada.

Mareo. Arcadas. Después miedo. Posibilidad de que haya alguien acechando. Da media vuelta y echa a correr. Grita. No se da cuenta de que está gritando. Sale por la puerta del garaje. Se cae a los pies de una farola. El jardín sigue en silencio. La niebla flota, densa, compacta. Arturo Román acierta a sacar el móvil. Llama a la policía.