El
detective Casimiro Balcells se sienta en el escritorio. Juega con un papel y un
bolígrafo. No tiene ganas de encargarse de ese caso. Bueno. Ni de ése ni de
ninguno.
Entonces
le vuelve el dolor. Un pinchazo en el estómago que le dobla por la mitad. Le
deja sin respiración. A ese dolor le llama “el cuchillazo”.
A
veces, como ahora, no le queda más remedio que ir al cuarto de baño. Se
arrodilla delante de la taza del váter y vomita. Un par de veces vomitó sangre
y trozos de carne.
Llaman
a la puerta. Casimiro Balcells dice: adelante.
Entra
el agente Rodríguez. Lo mira y le dice:
¿Se
encuentra bien, señor? Tiene usted un aspecto horrible.
He
estado peor.
El
agente Rodríguez deja un par de carpetas encima de la mesa. Son los primeros
resultados de la investigación.
El
detective Casimiro Balcells sale del cuarto de baño. Camina un par de metros y
se desploma.
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